A pesar de un comienzo prometedor, el año 2019 planteó numerosos desafíos para la economía india. La tasa de crecimiento del PIB disminuyó de casi un 7% a un 5%, el índice de producción industrial cayó, la confianza del consumidor empeoró y el desempleo creció. Pero eso no impidió que el primer ministro Modi proclamara su ambición de hacer de la India una economía de cinco billones de dólares para 2025. Es un objetivo audaz, pero no está fuera de su alcance, dado que el PIB hoy es solo algo inferior a tres billones de dólares. Además, esta no es la primera vez que se desacelera por debajo de su tendencia.
India, la democracia más grande del mundo, es un mercado emergente con múltiples idiomas, culturas y estratos socioeconómicos y, para un país de tal escala y complejidad, la trayectoria para un crecimiento sostenible e inclusivo no puede ser suave o lineal. Sin embargo, como nación joven y resistente que es, el impulso del crecimiento a más largo plazo de la India permanece intacto. El patrón cíclico es característico de una economía emergente con una profunda vitalidad inherente.
Corto plazo
India, como la mayoría de los países emergentes, ha tenido una buena cantidad de escándalos, fraudes, guerras y conflictos sectarios. Sin embargo, tras gobiernos sucesivos y liderazgos varios, el país ha crecido a una tasa promedio del 6%. Desde 2014, bajo el Gobierno de Modi, India está en una trayectoria acelerada de desarrollo.
Si bien las soluciones a corto plazo a los desafíos mejoran el capital político, las reformas estructurales crean potencial de crecimiento. El Gobierno de Modi se ha centrado más en la transformación estructural del país y quizás se empiecen a ver algunas victorias tácticas. La principal preocupación inmediata para India es una desaceleración tanto del consumo como de la inversión.
El estímulo fiscal lanzado por el Gobierno de Modi (reducción del impuesto de sociedades y un programa de gasto en infraestructuras de 1.500 millones de dólares, entre otros) es un movimiento muy bienvenido, a pesar de aquellos que preferirían ver una contención del déficit fiscal.
Afortunadamente, la política fiscal ahora está en sintonía con la política monetaria. El Banco de la Reserva de la India, liberado por una inflación persistentemente baja, redujo los tipos oficiales en un 1,35% durante el año pasado. Pero la transmisión de los recortes de tipos a los consumidores finales sigue siendo débil porque el sistema bancario ha tardado en transferir a los prestatarios el beneficio de tipos de interés más bajos.
En 2020, ya hay algunas señales claras de que hay una recuperación en ciernes. De las más destacables: a) Crecimiento saludable en los datos de pasajeros aéreos en noviembre del 19; b) Crecimiento del consumo de petróleo en noviembre de 2019; c) Crecimiento del 6% en la recaudación de GST en noviembre de 2019 después de dos meses de disminución en las recaudaciones; d) El PMI compuesto (fabricación y servicios) aumentó a un máximo de siete meses de 53,7 en diciembre de 2019; e) Reservas de divisas en máximos históricos de 457.000 millones de dólares.
Por lo tanto, nuestra opinión es que el crecimiento ha tocado fondo en el trimestre de oct-dic/2019 y ahora deberíamos ver que el PIB se acelera a aproximadamente el 6% durante el año financiero 2020-21. Un ingrediente clave de esta recuperación será la disponibilidad de crédito. La movilidad ascendente de la enorme clase media de la India dependerá del consumo impulsado por el crédito.
Medio plazo
Los motores de crecimiento de la India a medio plazo permanecen intactos a pesar de los recientes trastornos. El país ha disfrutado de un sistema político estable durante décadas y ha construido un marco de regulación e instituciones ideales una gobernanza estable. La crisis de las NBFC, las guerras comerciales y los polémicos proyectos de ley de ciudadanía, tendrán un impacto solo a corto plazo.
El creciente poder de consumo de una clase media urbanizada es estructuralmente irreversible. Más del 60% del PIB de la India proviene del consumo interno. La baja dependencia de las exportaciones proporciona un grado de aislamiento a la India, en un entorno de desaceleración mundial.
Con la mejora de la educación (la alfabetización ha aumentado constantemente hasta alcanzar el 74% hoy, superando ampliamente el 80% entre la población joven), la atención médica y la inclusión financiera (el 80% de la población tiene una cuenta bancaria), el PIB nominal de la India sobrepasará al de Alemania en 2024. Sobre la base de la paridad del poder adquisitivo (PPA), se espera que la economía de la India supere a la de los Estados Unidos en 2030. Por lo tanto, el crecimiento a medio plazo de la India seguirá siendo sólido a pesar de los desafíos típicos para un país emergente.
India continuará aumentando su población en edad de trabajar durante las próximas tres décadas. El beneficio de ser un país joven rentará hasta 2050-55, más tiempo que en cualquier otro país del mundo. Este gran grupo de consumidores potenciales es la cobertura de la India contra el envejecimiento y la desaceleración de las economías mundiales.
Según el último Ease of Doing Business Report (EDBR) del Banco Mundial, India ocupa el puesto 63 entre 190 países, mejorando en 14 puestos desde 2019. La edición 2020 del EDBR del Banco Mundial reconoce a India como una de las Top 10 mejoras, por tercera vez seguida, con una mejora de 67 puestos en tres años. India también es ahora un líder mundial en innovación, ocupando el puesto 52 en el Índice Global de Innovación.
Las economías desarrolladas están luchando con el aumento de la desigualdad, el envejecimiento de la población y la disminución de la productividad. Las protestas en Hong Kong, Francia y Chile son síntomas de ese descontento latente. India también tiene problemas similares, pero dada su demografía, está mejor equipada para navegar en aguas turbulentas. Los impulsores fundamentales del crecimiento persistente permanecen intactos y, según todas las estimaciones, es probable que el PIB de la India crezca entre un 7% y un 7,5% en promedio durante la próxima década.
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